11 de diciembre de 2009

Y RESULTÓ QUE CAMINABAN
Ana Marina Jiménez Santiago


Todos hemos crecido con la concepción de que venimos de un ancestro parecido a un mono, pero los nuevos hallazgos de fósiles, como el de Ardipithecus ramidus, nos revelan que esta idea ya no debería tomarse mucho en cuenta.

Fue en 1992, bajo el sol abrasador de Etiopia, en África, cuando Gen Suwa, un joven estudiante de antropología, observó un diente entre las capas de la tierra cercano al sitio donde se realizaba la excavación, y como gran conocedor, supo inmediatamente que se trataba del diente de un homínido. Pero el equipo en el que trabajaba Suwa, no solo recogió los fósiles de este homínido, sino que recogió todo lo que pudiera generar conocimiento sobre el hábitat del Ardipithecus ramidus: fósiles de aves, plantas, polen y sedimentos, entre otros.

Al principio confundieron al homínido nombrándolo Australopithecus ramidus, en una publicación en la revista Nature, hace 15 años. Pero al encontrar más fósiles y revisarlos minuciosamente, se dieron cuenta de que no era un Australopithecus así que lo volvieron a nombrar Ardipithecus ramidus.

¿Qué fue lo que revelaba este nuevo hallazgo? ¿Por qué ha llamado la atención de muchos paleontólogos y evolucionistas? La razón es que anteriormente había (y siguen habiendo) muchas teorías acerca de la evolución del humano, basadas principalmente en los fósiles del Australopiothecus, y los fósiles posteriores a este. Pero, aún no se encontraba el individuo que faltaba en la transición de ancestro mono al Australopithecus, y creían que dicho individuo faltante vivía en las praderas como la sabana, porque el hecho de no tener resguardo ni arboles a los que trepar, habría marcado la pauta para el bipedalismo y postura erecta.

Otras teorías o suposiciones eran que tenemos un ancestro que caminaba de una manera similar a un gorila, con los nudillos y con la espalda un poco inclinada, lo cual había impulsado a desarrollar la postura erecta. Entre otras teorias, que trataron de dar una posible respuesta a nuestro origen y parentesco con los monos actuales, pero ahora todas ellas serán cuestionadas, algunas desechadas y otras reinterpretadas.

VIVÍAN EN BOSQUES

Cuando se comentaba el origen de la postura erecta, se especulaba que nuestros ancestros tuvieron que haber vivido en un lugar como las sabanas, de alguna manera obligados a caminar erectos por la falta de un lugar de resguardo, como lo eran los bosques con arboles grandes donde pudieran trepar.

Los fósiles de plantas, mamíferos, aves y artrópodos fueron los que indicaron el tipo de hábitat en que vivía Ar. ramidus. Pero el solamente encontrarlos en esos sedimentos, no implicaba que pertenecieran a ese tiempo y espacio. Debido a esto, interpretaron las implicaciones físicas y biológicas en las cuales fueron acumulados los fósiles y como fueron afectados con el tiempo. Además, utilizaron la técnica de radioisótopo que se utiliza para determinar la edad de los fósiles.

Entre las especies encontradas había un porcentaje mayor de pericos, seguidos por pavos, después por lechuzas, y otras familias de aves que se encontraban en menor porcentaje. Pero de acuerdo a esta distribución, parecía que el Ar. ramidus habitaba en bosque abierto. La distribución de mamíferos indicaba lo mismo (se encontraron roedores, murciélagos, ardillas y carnívoros). Además, por medio de radioisotopía supieron que el Ar. ramidus vivió hace 6 ~ 4 millones de años.

NO CAMINABAN CON LOS NUDILLOS
Antes pensaban que veníamos de un ancestro que pudo haber caminado con sus nudillos y que al hacerlo sus brazos impulsaban el tronco hacia arriba, preparándolos para la bipedalidad. La palma del Ar. ramidus era muy diferente a la de los monos, incluso era mas flexible en las uniones entre sus dedos y su palma, pero lo más destacable era que una unión en medio la palma, era más flexible que incluso la nuestra, permitiéndoles poder moverse con mayor facilidad cuando trepaban en los arboles ya que podía soportar casi todo su peso.



UN DEDO GORDO MUY GRANDE

Se creía que nuestros pies evolucionaron de los primates de África, aunque todos se asombraban de las diferencias entre ellos. Con los fósiles de Ar. ramidus ya no hay que especular más, porque nos “muestra” el verdadero pie de uno de los ejemplares entre el ancestro común y el Australopithecus.

Su pié, diferente al de los chimpancés actuales, poseía un tendón que le permitía doblar el dedo gordo, el cual le confería gran fuerza para sujetarse de las ramas de los árboles. Aún así, con su gran dedo gordo oponible, podía caminar- aunque de una forma primitiva-.



SU PELVIS SERVÍA PARA CAMINAR Y TREPAR

Una característica en los homínidos (que no se presenta en otro primate), es que la pelvis está modificada para poder mantenernos erguidos. El resto de los primates no tiene esta modificación, y por ello no pueden caminar erguidos por mucho tiempo o sin el apoyo de sus extremidades delanteras.

Por otro lado, el Ar. ramidus presenta esta modificación en la parte superior de la pelvis, lo que le permite que se injerten los glúteos en ambas piernas, para contrarrestar la fuerza que impulsa hacia adelante evitando irse hacia el frente. Pero, el Ar. ramidus aun mantenía en la parte inferior de la pelvis estructuras necesarias para poder trepar a los arboles.



ERAN SOCIABLES

En los chimpancés machos actuales, sus caninos bien desarrollados juegan un papel importante en su vida social y en la alimentación. Cuando hay algún conflicto ya sea por alimento, territorio o hembras para la reproducción, muestran los caninos, símbolo de agresividad entre estos primates.
El hecho de que estos caninos se mantengan afilados y bien desarrollados, se debe a que cuando abren y cierran la boca se “afilan” con el diente de abajo más cercano a este. Pero en las hembras, los caninos se encuentran reducidos, ya que no tienen un rol importante en el apareamiento ni en la obtención de alimento.

Esta es una diferencia con el humano, ya que nuestros caninos no están bien desarrollados: de hecho, se redujeron tanto en tamaño que están al mismo nivel que los demás dientes. Por su parte Ar. ramidus también tenía la característica de tener caninos reducidos, pero se dice que fueron “feminizados” en los machos, debido a que sus caninos eran casi del mismo tamaño que los de las hembras.

Aunque la capacidad craneal de Ar. ramidus era de 300 -350 cm3, tenía un hocico que se proyectaba hacia el frente, muy parecido a un chimpancé (aunque no poseía incisivos tan grandes como este). Además, ya era social, es decir no tenia esos conflictos por alimento, ni hembras o territorio.

Y PARA TERMINAR…..

Estos resultados, que se obtuvieron después de muchos años de esfuerzo y mucha gente trabajando, nos indican que no descendemos de un ancestro muy parecido a un chimpancé ni de un gorila, sino que descendemos de un ancestro común para ambos, el cual existió antes de que ambos linajes desarrollaran sus especializaciones correspondientes. Estos hallazgos “iluminan el camino” en la búsqueda de la “verdadera” evolución del humano.

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